sábado, 10 de mayo de 2014

El dilema: reflector o refractor en astrofotografía

Llevo ya más de tres lustros fotografiando el cielo y cada vez estoy más convencido de que hay cosas que no tiene solución.

Una de ellas tiene que ver, sin duda, con la elección entre refractor (lentes) o reflector (espejo) a la hora de fotografiar el cielo. Veamos los porqués.

Por un lado tenemos los reflectores, equipos más económicos y ligeros, con los que por un precio razonable puede conseguirse grandes focales y aperturas, es decir, equipos muy luminosos que permiten alcanzar una buen resolución con grandes aumentos, todo ello con un peso contenido que agradece mucho la montura. Problemas de estos equipos, por un lado el llamado defecto de coma, muy acusado en los bordes de las fotos y por otros el tratamiento del color en las estrellas, que a consecuencia de su gran capacidad de captación de luz normalmente quedan "quemadas" (blancas), perdiéndose de esta forma el bonito espectro de colores que nos brindan estos objetos.

En cuanto a los refractores, su propio diseño a base de lentes los hace, inevitablemente, más caros y pesados. Por estas razones, es muy difícil de disponer de equipos con grandes focales y aperturas, extremadamente caros para los que además tendremos que disponer de monturas muy robustas, también muy caras. Sin embargo, sin tenemos la suerte de disponer de un triplete apocromático, los resultados en cuanto a nitidez y color en nuestras fotos del cielo serán inmejorables. Y hablo de tripletes apocromáticos, ya que para refractores de gama más baja, será inevitable encontrarnos con los temibles problemas de las aberraciones cromáticas, que engordan nuestras estrellas (especialmente en el azul) con resultados muy poco estéticos.

Así las cosas, lo suyo sería disponer de un gran refractor triplete y apocromático, con una montura de gama alta y preferentemente en un observatorio permanente, ya que se trataría de equipos muy pesados imposible de transportar. Todo ello suponiendo que disponemos de las decenas de miles de euros que ésto nos supondría. La otra opción es las que yo práctico; si la noche viene cargada de galaxias u otros objetos débiles saco el reflector, y si por el contrario lo que toca son campos amplios o cúmulos globulares abiertos, con muchas estrellas, entones uso el refractor.Veamos dos ejemplos.

La siguiente es una foto de la nebulosa NGC 6888 en las constelación del Cisne, tomadas con un refractor TS dobletes ED de 80 mm de apertura a f7. El tratamiento del color, especialmente para las estrellas, es muy bueno, imposible de conseguir con un reflector:


Por el contrario, esta otra es una foto de la galaxia NGC 5457 en la constelación de la Osa Mayor, hecha con el reflector Vixen 150R de 150 mm de apertura a f5. Su mayor luminosidad número de aumentos permite fotografiar objetos más débiles, pero a costa de perder algo de color, especialmente en las estrellas, que quedan blancas.